La manada, rebaño salvaje,
vislumbra a su presa en la lejanía.
Cada miembro se acerca desde un ángulo
hasta rodearla.
Empieza el hostigamiento.
La presa empieza a sudar,
a exhalar, nerviosa.
Se siente perdida.
Tiene que pensar muy rápido por dónde huir,
si puede.
Ellos se acercan lentamente,
salivando…
Saben que le van a hincar el diente:
no se les puede escapar.
Después, que diga el abogado defensor lo que quiera,
ocurre una violación grupal, un acto abyecto.
La manada deja a la presa malherida y se va,
talvez, a por otra.