Erocionario

EROCIONARIO – Diccionario erótico-poético.

A.  amor, amante, abrazo.
B.  beso, boca.
C.  cuerpo , coito, cama, clítoris, coño,
D.  dedos, dolor, dedicación.
E.  erección, encuentro, espejo, experimentar, excitación.
F.  falo, follar, felicidad, feromonas, ferocidad.
G.  ganas, goce, grito, gusto, punto G.
H.  hombre
I.  imaginación
J.  joder,
K. kamasutra
L.  labios, lívido, lamer.
M.  mujer, masturbación.
N.  nuevo, nido
O.  orgasmo
P.  placer, pene, pasión, pubis, pechos, pecado, paja, polvo, pareja.
Q.  querer
R.  romance, ruptura, roce.
S.  sexo, sugestión, saliva, sensación, sentir, succión.
T. torso, tórax, ternura
U. unión, uñas, unidad.
V. vulva, vida.
X. au x ilio, se x o
Y. yacer
Z. zona / s.

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LL. llama
Ñ. co ñ o

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POEMAS DE EROS

O. Orgasmo   (nuevo)

Una filarmónica ensordecedora

apabulla mis sentidos expectantes.

 

En si bemol mayor inician un larghetto

preludio del adagio sostenutto,

ahora un andante maestoso,

e doppo, un andante vivace

y finalmente, un allegro prestissimo con fuoco.

 

Los coros de Wagner atacando el Tannhäuser

y un estruendo de pólvora estallándonos dentro.

 

 

 

P. Pubis  (nuevo)

 

Fronda amazónica,

con destello sombrío y mineral

guarida o escondrijo

sagrado matorral,

el más oscuro sueño,

piedra fundamental,

acuerdo y desacuerdo

distracción terrenal,

el verso más perverso,

anémona letal.

Magnético narcótico.

Escala sin final.

Cabellos de ángel casto

o demonio infernal.

Elixir adictivo.

Enigma taxativo y marginal.

Alocado acertijo.

Flora primaveral.

Entrada de caverna,

guarida primigenia y animal.

El tiempo en un segundo.

Tótem universal.

Un mundo ensimismado.

La sombra del pecado original.

Un ángulo perfecto

con una bisectriz en su mitad.

 

B. BESO

Un estruendo de silencios se convoca en la boca.

¿Cómo se aplacará un avispero?

Acechantes, se retan entreabriendo los labios

y el tiempo se enrosca hasta hacer invisible.

Se dicen las verdades con los ojos cerrados

Ya el calor de la sangre abarca el subconsciente.

La felicidad es asequible a los hombres,

basta con entregarse al concierto del beso.

 

El anhelo se adensa,

viene con perversidad de luna creciente.

El misterio va tomando forma,

es una lengua, son los dientes,

un espesor de carne evanescente.

Un golpe de sangre que aúna a los amantes

más allá del espacio.

El drama se repite.

Contantes y sonantes los latidos.

El beso es un latido necesario.

El eco de las células asciende al intelecto,

pero éste, impertérrito le niega la evidencia.

y el mundo cae deshecho,

hecho pedazos alrededor de una.

El mundo es puro incendio provocado.

Vocación de presente futurible

que avanza por un cauce lubricado,

por frontera, las sierras de tus dientes

 

 

C. CUERPO

Sangre, huesos, piel y aliento inagotable

que compacta todo eso.

Emerge del letargo de los siglos.

El cuerpo es el que entra en la esfera de los contenidos.

órganos dialogando en un concierto grosso.

 

Un cuerpo ajeno es una provocación.

Es una alegoría asequible a las manos.

Dos cuerpos se miden, se sopesan.

Las pupilas acarician certeramente un continente.

Tu cuerpo es un reclamo sin clemencia.

Mi cuerpo, el anhelo de tu tacto.

Un vaso, un cuaderno, un faro.

El cuerpo es fanático y plural

plenilunio de todas las fatigas por venir.

Su luz propia nos guía en los momentos de gran desolación.

Esa nave que acierta en mitad de la nada con la orilla.

El cuerpo es la primera y la postrera evidencia de ser uno.

Individualidad perfecta y sincopada,

un tren de largo recorrido

que ve a través de sus ventanas

como pasa la vida, como el tiempo se escapa.

 

V. VULVA

orquidea.jpg

Lamelibranquio adormecido

botín de guerra

que atesora mi cuerpo

que sueña el sueño

de una orquídea.

Mosto para calmar la sed

por los siglos de los siglos

aplazada.

Escarcha de granada y de limón.

Un rojo corazón de carne plateada.

 

 

L. LAMER

A base de ejercitarme

y de mi gula

convierto tu cuerpo en una carretera.

Tu cuerpo, batik que pinto

con un pincel que mojo

de mi boca.

 

 

S. SEXO

El caracol le guiña un ojo al cometa.

Empieza a llover sobre una carretera.

Unos pasos desmayados e inciertos

como en un pentagrama

van dejando su huella

en el barro que ha formado la lluvia.

El viento en un acto sublime de desobediencia,

interpreta las notas

que se irán expandiendo hasta hacerse inaudibles.

Hay una encrucijada en forma de equis

presagiando un cruce de destinos.

Todos los gatos violetas

cazan ratones colorados

que se travisten para despistarlos,

y luego se ríen en sus guaridas.

El ronroneo se mete en mi cabeza

y un aire torrencial me despeina las manos.

Yo me dejo llevar y sublevo tus lunares

tu carne de tacto vegetal moteada de malicia.

Alzo los brazos como araucaria

embrutecida de lascivia.

Ninguna estrella fuera de nuestro alcance ahora.

El vestido que me cubre se evapora

en consonancia con el entendimiento.

ya solo estoy yo: un tronco que empieza a prender,

a resquebrajarse,

y que en nada arderá, devorado por el fuego.

 

 

Z.    ZAPATOS DE TACÓN

Ciertos objetos tienen perfiles orográficos

así como ciertos accidentes geográficos

tienen nombre de mujer.

zapatos

 

Altivas como ciervas se enseñorean

las doncellas sobre tacones de charol

y a su paso, son lianas retorcidas las miradas de los hombres.

Las piernas, como las autopistas, reclaman su peaje.

Arquitectura soñada, imposible arquitrabe

media luna menguante.

De perfil, icónica belleza.

 

Objeto fetichista soñado por un adolescente

que fue coleccionista de palabras.

De adulto, las juntó todas en un libro

y una vez acabado,

arrancó cada una de sus hojas para hacer papiroflexia.

Búhos, monos, ranas,

molinos, palomas mensajeras.

De sus manos salieron aves que no volaban, peces que naufragaban.

Con cada uno de ellos, un pensamiento 

del muchacho hecho hombre,

se diluía o se desbarataba

en el aire,

en el agua.

 

Cuando no hubo quedado ni una página escrita,

aquel que fue niño prodigio

se arrodilló en la arena

y rezó sin pronunciar palabras.

Tanto debió de conmover al dios de las tormentas,

que éste, compadecido, le envío hasta la orilla

con la última marea,

un zapato con forma de mujer.

 

Vanidosas muchachas que

con su tacón de aguja e hilos invisibles de lascivia

bordan con rabia las aceras que pisan,

hipnotizando a todos los que miran

del contorno de sus muslos

hasta sus cinceladas pantorrillas. 

 

Señuelo de miradas vampíricas, que nutren como savia

las columnas de mármol que sustentan.

Fórmula magistral que transforma por su hechizo 

a la más humilde entre las cenicientas.

Medicamento que al surtir efecto

sana de golpe los grises avatares de los hombres.

Antídoto contra el abatimiento

que transforma, bajo su encantamiento

a míseras criadas en princesas.

 

 

C. COITO

El punzón atraviesa el ojal

con magistral precisión.

La carne abierta, alerta:

empieza el baile.

¡Qué fatiga!, ¡qué desgaste!

El arco de una espalda a punto de quebrarse

reclama una presencia de dardo en la diana.

Es una densidad espesa como el aire.

Es una magnitud de vectores convergentes

Tejer y destejer con cadencia de locomotora

o de metrónomo,

una aguja enhebrada que cierra

la costura invisible.

Dos ansiedades jugando a herirse sin herirse,

despachando a su ritmo

el misterio insondable de ponerse de acuerdo.

Dos cuerpos enfrentados

de intereses opuestos

y que en pleno fragor,

acaban por hacerse,

más o menos, amigos.

La invasión de la carne en la carne.

Un duelo sublimado,

un pacto de silencio.

Ya no hay palabras,

sólo el rumor de una fricción cercana.

La unidad es un fin en sí misma.

Con precisión gimnástica,

vence todas las resistencias.

Aglutina, callada, voluntades dispersas,

y todos los sentidos son un sentido único,

ése que pulsa los resortes más íntimos.

Aflora de repente pero ya no se para.

Es el reconocimiento de la carne en la carne.

 

 

 

D. DEDOS

Dedos que tocan, que palpan,

abarcan toda la extensión sagrada de la dermis.

Acarician, se adentran por serenos territorios.

Descubren cauces inauditos

por donde discurrir,

benditos y morosos,

sin tiempo y sin derrota

Bordados que regalan

las yemas de los dedos

sobre la piel amiga.

Extremidades táctiles.

No me cansa este ejercicio tan humano

impreciso, arcano …

Tu piel, mapamundi imperfecto

donde anidan mis huellas dactilares.

Ahora rozo tus párpados,

y luego me sumerjo

en el río de oro de tus ingles

Con mis manos te creo.

Mis dedos te dan forma,

antes, ni tan solo existías,

Soy yo quien te acota y marca los contornos.

No entiendo esta derivada de tu espalda.

Amaso la voluptuosidad de tus protuberancias,

una oquedad engulle mis tentáculos.

El pulso se derrota en contacto con esta incandescencia.

El tacto de mis dedos encallece

de tanto pasear las orillas de tu cuerpo.

 

 

E. ERECCIÓN

¿Qué fuerza, qué fuego, qué alimento?…

¿Qué secretos intereses,

en respuesta a qué oscuro juramento?

Musculo creciente al unísono con el mercurio interior

Magnitud carnal,

que aspira a lo más alto

con incendiaria vocación piramidal.

El verbo se ha hecho carne.

Los ojos no son nada en este desajuste.

No sirven las extremidades ni los huesos

en este desafuero.

El sexo en flagrante desafío

reclama su escena en solitario.

Monólogo ideal.

El ímpetu de un corcel aún no desbravado.

La insolencia, su ley.

No le pida nadie explicaciones,

pues no las ha de dar.

Son otras sus razones.

 

 

F. FOLLAR

El ímpetu bestial de poseer, de ocupar,

de tomar una plaza,

colonizar un espacio físico

desocupado y libre.

Un cuerpo en otro cuerpo se sumerge

con vaivén de máquina pluscuamperfecta

mientras se oye a los lejos el tam-tam de la selva.

El instinto primigenio del ser,

que para ser, poseyendo aplacará su fuerza.

Lance de mamíferos en pos del instinto de vida.

El placer ulterior,

una metáfora.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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