
Había buganvillas explosivas y un arroyo fétido.
Gente que hablaba a gritos en un idioma desconocido.
Había Iglesias de siete credos,
ocupadas todas por gente de color con creencias animistas.
Casas de compraventa de ropa y de zapatos usados.
Y de neumáticos de segunda mano.
Había un olor irrespirable en un autobús atestado,
con el aire acondicionado funcionando como si fuera una nevera.
Guardias con pistolas y una vía del tren que partía en dos mitades
la tierra prometida y la de la desesperanza.
Había color, borrachos, almas perdidas en las paradas de autobuses
y drogados a conciencia y sin conciencia.
Había miedo, asco y hastío en cada rostro.
Estupor y compasión en el mío.
Todo eso había en Little Haití,
un lugar perdido dentro de un mundo perdido llamado Miami.
todas las ciudades tienen sus lugares menos bonitos… veo que en este viaje estáis adquiriendo experiencias interesantes y aleccionadoras.
besos!
Me gustaLe gusta a 1 persona