Metáfora
He conocido a la buena gente, y a la otra. Gente que me ha mirado con lástima y otra, que me ha mirado con desprecio.
No he sentido compasión por mi propia hija, que me sigue obediente y callada en una ciudad abrasada y sin sombra, a horas inclementes, mientras yo fotografío paredes pintarrajeadas a pleno sol, un domingo a mediodía, que no se acaba nunca.
La buena hija, niña seria con flequillo alborotado, hermosa niña rubia que se compadece de su pobre madre idiota y no dice ni media palabra.
Pequeña niña sabía, que se remoja en las fuentes que va descubriendo con pertinaz precisión de zahorí.
Un mendigo resulta ser un prestidigitador y frente al ocaso, en una terraza, pone todo su énfasis en complacer al respetable con sus trucos insólitos.
Después de acabar nadie le regala un aplauso. Él, se acerca a la niña de ojos absortos y le da un dólar de verdad. La niña mira y guarda su billete mientras el clochard desaparece.
Al poco, paseando un vagabundo alcoholizado me pide calderilla y la niña, adelantándose, le tiende su dólar.
Metáfora de la vida misma, dinero que cambia rápido de mano.
Ana Bataller
Miami, 10/7/2019